Este libro es el que más me ha costado escribir una opinión. Puede ser en la etapa de mi vida que estoy, pero me tocó profundamente. Sin planearlo lo empecé a leer cercano la #8M2021 donde estamos en un momento donde el gobierno, nos acusa de ser de derecha, de tener ideas “importadas”. Desde que empecé mi camino en los feminismos) me ha quedado claro que más que las etiquetas lo importante es que la lucha sea como dice Gabriela Jáuregui “de todas y para la emancipación de todas, porque sino no es para ninguna” y este libro logra eso, mirarnos y aceptarnos diferentes. Reconocer las luchas de las demás o cómo dice Lía García des-bordando desde la ternura radical y el amor intenso. Me hizo pensar cómo somos ríos donde nuestras identidades fluyen. Y claro me hizo una vez más mirar mi maternidad, que junto con varias pláticas con amigas, me hizo darme cuenta de algo elemental como nos construimos como mamas normalmente desde la negación o las ausencias de nuestras madres (la lectura de Latani donde lo iguala a terremotos y replicas me caló, y la propuesta de Lydia Cacho de criar a mis hijos libres, rebeldes, auténticos y valientes me resonó como un mantra).
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