La adaptación de Maggie Gyllenhaal de "La Hija perdida" desafía las ideas de Hollywood sobre lo que las mujeres deben a sus hijos y a sí mismas. Maggie Gyllenhaal tiene la teoría de que las madres que vemos en pantalla ( y las que viven en el imaginario social) tienden a caer en una de las dos categorías. Primero, está la "madre de fantasía", que es perfecta en todos los sentidos. En el otro lado está la "madre monstruosa", que maltrata a sus hijos.
"La hija perdida", la primera película de Gyllenhaal como escritora y directora, rechaza este binario (que raramente ocurre en la realidad pues cómo la vida la maternidad no es un proceso linea). La película que está en Netflix, basada en la novela de Elena Ferrante, sigue a Leda, una divorciada de mediana edad que dejó a sus 2 hijas durante 3 años cuando eran niñas. Su historia es profundamente impactante por la realidad que presenta. Para Gyllenhaal, expone el mito de la "madre natural”. Gyllenhaal vio a Leda como una excepción fascinante: una persona que puede abrazar y resentir el trabajo de cuidadora que la sacan de quicio. Rompe los esquemas de maternidad, abrazando las maternidades disidentes. Y para mí si muestra algo muy importante entre las historias de Leda y las otras madres reflejadas en la película: la importancia de tener una comunidad. Su esposo la deja con las 2 niñas pequeña. Sin duda, se necesita una aldea para criar un hije. Muestra cómo el ser madre no borra nuestro ser mujer, nuestros deseos, nuestros lugares oscuros, la soledad que sentimos, los momentos dolorosos, las culpas.
Es una película llena de simbolismos y diálogos profundos y honestos. Mostrando una profunda resilencia. De las mejores películas que he visto.
Pd. Amo a Olivia Colman
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